miércoles, 18 de abril de 2012

LA NUBE DEL CONEJO


"Siento miedo de mi mismo
de mi imagen siento miedo
y queriendo desarmarla
me doy a mi mismo un beso"
Juan Ramón Jimenez



Por la senda de Midnight Way
cruza el espantajo de ojos tristes;
Montado en su carromato de dormidos tormentos
avanza solapadamente hacia el hogar
de Melpómene.
Su mente valupeada por la insania
argentea escabrosamente
en los conciertos de un destino,
tal como la negra arboleda
esconde la realidad.
ha sido incrustado en el grito de las madres
tan degradante, tan justificado.
ha sido venerado por sus cardenales
vestidos de simetría.
Y con los detalles de un antiguo visionario,
nuestro ser,
tan cohibido y perverso,
tan majo y demente;
Desafía ácidamente al elefante marcial,
el que agoniza en las tablas
de este piso mirriado.
Ciudadanos, todos juntos,
se condenan en celebraciones castoriles
graves, gordas e incipientes,
donde el negocio de perder la cordura
está de moda;
En tanto que a Espantajo
la razón le rueda como flecha morada,
de tanta muerte.
En una hoguera se queman
sus miradas y pisadas,
sus constelaciones
sus hechizos
sus divinos estruendos de sepulturero.
"Tanto estruendo y sus rodillas siguen ahí",
habla una rosa de infinita expresión.
No es capaz de reconocer su condición
de animal nihilista,
pero Espantajo
se encuentra listo para la contienda.
¡Listo!
con cuerdas y esqueletos.
¡Listo!
con ramas y sonidos.
Tras la concepción de sus amigables endriagos
sucumbe en el universo
de maullidos ateridos,
se revuelcas en las lechuzas surrealistas,
se deja triturar por el humo compasivo
que viene seguido de reyes petulantes.
Espantajo ríe y llora,
pero no piensa sólo actúa.
"Y ¿a esta velocidad matutina? ¿Quién no lo haría?"
Se cuestiona ardorosamente.

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