martes, 19 de junio de 2012

EN SUS OJOS DE ÁNGEL, ME VI...


Algo se está desbaratando en mi interior, algo que era mágico y ahora se ha vuelto horrible; Si mi alma supiera que el dolor no es gratis, no lo pediría con tanta insistencia, ¿para qué seguir sonriéndole a esta patética emulación de subsistencia, si el todo ya ha acabado por destruir mis ilusiones? ¿Por qué existo así, tal como debo ser? ¿Para qué seguir soñando si estas esperanzas ya se pudrieron en lo profundo de mí?

No hay necesidad de lograr más goces, si ya no los necesitaré. Alguien me los ha arrebatado, sin querer se los ha llevado, me los ha arrancado con suave sigilo de paloma amorosa.
Los recuerdos se revuelven en mi conciencia, hacen añicos mi memoria, y los besos olvidados vuelven con más fuerza, y en sus ojos de ángel se reflejan los mustios velos de esta belleza sin definición, de esta hermosura que viaja de sus poros a los míos.
¿Cómo no temer a la sorpresa del destino, si ésta casi siempre resulta funesta? ¿Cómo no sonreír con lágrimas si estas representan esa lejana imagen del adiós? En este ahora, al abrir mis sentidos ya no soy capaz de percibir nada de nada, ni fantásticas iluminaciones, ni manos que recorran la frialdad que me envuelve por las noches, ni paseos de esplendor y paz, ni menos parajes que evoquen inocencias perdidas en años de odio contra el propio ser.
“¡Que su corazón se empobrezca de dones!” grita mi alma, loca de ira. “A su momento” le respondo suspirando.
El momento llegará, más yo no seré testigo de aquel deterioro, no podré presenciar como la criatura llega a su fin.
Uno piensa las cosas pero no las desarrolla bien, la maldad se infiltra en sus rendijas, la agonía del sentirse objeto de una inútil ilusión, que día a día se acrecienta, que evoluciona como una mala semilla, pero con la diferencia de que esta posee toda la bondad de una rosa en plena primavera, todo el misterio de una hoja seca que cae del árbol de un otoño insuficiente, toda la tristeza que nos trasmiten las lluvias de este litoral, todo el deleite que nos empapa en verano.
En sus versos existía la verdad, esa verdad que cantada por labios gentiles carecía de infiernos eternos; ¡Que preciosos solían ser los cantares de ese tímido poeta ¡
Cuando el viento aúlla en su estado más excitante, a mi psiquis llegan las sonrisas y el tenue timbre de esa voz que encanta y desencanta mares e islas, nubes provenientes del paraíso que construido por las soledades, refrescan con nuevos sentimientos a este ente de lo inerte y lo melancólico. 
Como conejito extraviado juega saltando por los prados de la redundante exaltación de una falsa felicidad, que le da a las situaciones cotidianas diferente matiz, colores nunca imaginados por tan perfecta cabecita que no puede hacer otra cosa que producir mentiras.
A este ritmo mis latidos se extinguirán, ya que a nadie le importa esto, sincronizaré los relojes para que pronto ocurra; Tengo décadas respirando el mismo aire de espera, abriendo las mismas cortinas de la desesperada indiferencia que habita en esta habitación donde el sol ni la luna son bienvenidos. La luz de mi hermano resplandeciente encendía el derramamiento por la admiración que despertaba por cada segundo de iluminación, la madre oscura susurraba todos las magnificencias que me aguardaban en los brazos de lo celestial.
Los secretos resurgirán pero ya no serán los mismos vástagos de aquellos instantes estivales, en los que mi ser se envolvía con su ternura ya ida; De los vestigios de mi sangre, me sonríen el suicidio y el abandono, el enfrentamiento de lo real y lo ficticio. Se deslizarán a mi lado como un insoportable espectro de castillos deshabitados, de ruinas sin origen.
Si cerrará mi razón, el cuchillo no rebanaría mis pocos sueños aún no soñados…

GELIDUS


“Mon art est une impasse”
(Stéphane Mallarmé)

I
Lo que cae de mi alma revienta todo placer
Y cada conflicto existente se vuelve confuso,
Como una gris representación de mi pasado lamentable.
Este abismo en el que me encuentro 
Ha logrado volverme más ingrávida, menos podrida;
Me siento volando sobre todos y todo, pero sin ser vista,
Como plásticos deseos soñados por seres dulces.

Que mi sangre continué chorreando por mis desgarbadas cañerías de 30 [décadas,
Que siga transitando en mi cuerpo, pobre armazón,
Digno de una sílfide mecanizadamente loca;
Que mis tendencias concluyan por aniquilarme,
Haciendo desaparecer la magia de tiempos idos,
Donde la niñez todavía resultaba ser un estado hermoso.

II
De esta turbulencia emergerán los fragmentos de mi poesía,
De mi aire, de mis ansias que se deslizan,
Por los significativos estertores de esta melodía inolvidable;
Como el sufrimiento que se convierte en mi lujuria,
Como este odio que llegará mucho más allá de mi dolor,
Mucho más allá de mis risas ahuecadas
Que rebotan en el alma de esta perversa criatura,
Mutilada lentamente, pedazo a pedazo;
Para así ser disfrutada por el goce de lo imperfecto,
Del olvido total.