(Stéphane Mallarmé)
I
Lo que cae de mi alma revienta todo placer
Y cada conflicto existente se vuelve confuso,
Como una gris representación de mi pasado lamentable.
Este abismo en el que me encuentro
Ha logrado volverme más ingrávida, menos podrida;
Me siento volando sobre todos y todo, pero sin ser vista,
Como plásticos deseos soñados por seres dulces.
Que mi sangre continué chorreando por mis desgarbadas cañerías de 30 [décadas,
Que siga transitando en mi cuerpo, pobre armazón,
Digno de una sílfide mecanizadamente loca;
Que mis tendencias concluyan por aniquilarme,
Haciendo desaparecer la magia de tiempos idos,
Donde la niñez todavía resultaba ser un estado hermoso.
II
De esta turbulencia emergerán los fragmentos de mi poesía,
De mi aire, de mis ansias que se deslizan,
Por los significativos estertores de esta melodía inolvidable;
Como el sufrimiento que se convierte en mi lujuria,
Como este odio que llegará mucho más allá de mi dolor,
Mucho más allá de mis risas ahuecadas
Que rebotan en el alma de esta perversa criatura,
Mutilada lentamente, pedazo a pedazo;
Para así ser disfrutada por el goce de lo imperfecto,
Del olvido total.
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