Llegué a ti con
silencios en el alma, y sentí una mano acariciar mi rostro, buscar en cuencas
vacías ojos que están y no están; Ojos que dejan caer sus sueños en tormentas
de primavera sólo para recogerlos en el calor del invierno. Y mi corazón fue un
poema escrito a fuego eterno con lágrimas de tinta que eso es lo que lloró
sobre papeles... ¿Cuántas veces el alma se rompe, cuántas se recompone?
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