Encontré más silencio en tus ojos
complejos que en todas las constelaciones del universo, en tus cálidas gotas de
lluvia, coloreándose de lontananza. Y sólo un micro-segundo fue necesario para
sentir el hechizo y las palabras exactas en las que serías mi primer poema.
Me pasé noches imaginando las horas indefinibles, recuerdos de yo, buscando tus pupilas como una forma de verdad, de sencillez, del saber que se está ahí.
En tus ojos, que me veían como si de
siempre lo hubieran hecho, en la naturalidad de una sonrisa en rostro de
criatura blanca y ciega; Mientras las nubes tocan su vals, haríamos sonar
nuestra ausencia, nuestra colección de instantes que se entrelazaron y formaron
una época.
Esos ojos tuyos que me hicieron creer en hadas y que me miraron por el gusto de mirarme, que en ese cruce se llevaban un poco de mí. ¿Qué tan cruel habrán sido los años con tus ojos, que al verlos es como sentir a un par de hadas agonizar?.
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