Así es como apareció, muda y distante...La
noche se venía calma y larga, con más inspiración que cansancio, con más ansias
de acabar lo inconfesable. Su pluma tocaba abismos, indiferencias que se
respiraban en las horrendas y malvadas criaturas que nadie quería conocer; Y en
la soledad, su dulce amiga que enjugó muchas lágrimas de noches sin sombras y
odio: La proclamó, pedazo a pedazo, surcada del desconsuelo y silencio; Con
ojos que sangraban veneno, con labios vírgenes que eran el bosquejo de algo
viviente, que a ratos deseaba fluir de esa vasta oscuridad. Y ahí, la dejó transitar bajo
la inconcebible estrella, entre pausas y camino, donde constaban los mágicos
registros de sueños danzando como inocencia en los cabellos; Agitaba sus
manitas tratando de alcanzarlo, pero no le fue posible, miles de cadáveres la
escoltaban hacia el sonido de su final.
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